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Háblame, María



ESTRIBILLO:
Háblame, María, de Jesús,
nadie me puede hablar
de Él como Tú.
Háblame, de Tu Hijo,
de Tu Dios.
¡Háblame, háblame!

Háblame, María, de Jesús,
cuando estás de pie
ante la Cruz,
acogiendo el nacimiento
de otros hijos,
de Tus labios brota
un nuevo "Hágase".


Te hablaré de aquel momento,
en que el Ángel me anunció,
que de Mí nacería
el Mesías Salvador.

Te diré que al abrazar
entre Mis manos al Señor,
abracé Su voluntad,
Le entregué Mi corazón.

Quiero hacerte comprender,
por qué en silencio y humildad,
quiso Dios acercarse,
y al hombre salvar.

ESTRIBILLO.
Te hablaré de Su niñez,
Su despertar, Su juventud,
te haré ver Sus sentimientos,
Sus deseos, Su inquietud.

Fue creciendo Su amor,
hecho de gestos sencillos,
siempre dio felicidad,
olvidado de Sí mismo.

Y en Su conciencia maduró
Su ser Hijo de Dios,
seguí de lejos Sus pasos,
cuando el amor predicó.

ESTRIBILLO.

Grande fue Mi sufrimiento,
porque el mundo no entendió,
que Aquél a quien condenaba,
fue juzgado porque amó.

Quise haber muerto por Él,
pero Yo necesitaba
de Su vida y salvación,
de Su sangre derramada.

Ante Mi Hijo muerto en Cruz,
Yo también puedo decir
con esperanza en el alma:
"Me amó y se entregó por Mí".

ESTRIBILLO.

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